viernes, 26 de marzo de 2010

El Plan Estratégico Familiar

Por: Elizabeth Román (2010).
Un plan estratégico, en el contexto gerencial, sirve para discernir lo que es medular de lo intrascendente. Se sustenta, según David (1992) en la determinación de la visión, el esclarecimiento de la misión y la detección de valores para que la organización oriente sus acciones en pos de los objetivos previstos.

Ahora, hablar del plan estratégico familiar es una adaptación particular de esas ideas tomando como referencia a los integrantes de la familia y lo que ellos vislumbra como “el gran sueño” de la humanidad y de ellos mismos, de manera particular y como colectivo, es el sentido de sus vidas, es decir, la visión; la imagen del mejor futuro posible y deseable, social (por la visión ecológica) y familiarmente en un horizonte a largo plazo. Es un anhelo, un escenario imaginado y factible. Sirve de inspiración y entusiasmo al marcar “el norte” hacia el cual se desea guiar la vida familiar.

Ello constituye la posibilidad de orientar la existencia de la familia como sistema, hacia un gran propósito esencial y apremiante en el transcurrir del tiempo, por ello también es crucial el esclarecimiento de la misión, para lo que se requiere de preguntarse por la identidad de los actuantes que participan en el Proyecto Familia, reconociendo que los subsistemas que sustentan la estructura y sus lazos internos e interacciones en el contexto familiar, son relevantes para alcanzar el mayor grado de bienestar posible. Es perentorio conocer las necesidades y expectativas de todos y la legitimidad de sus demandas, qué amerita hacerse, con qué y quiénes, cuáles son los valores comprometidos en su logro, cuáles competencias se requieren para asumir esta misión.

Un paso igualmente importante es el dilucidar los valores personales y los compartidos con los otros miembros del Proyecto Familia. Así, un valor es una cualidad inalterable que tiene su origen en la reacción de una persona ante otra, sus propiedades, un objeto o situación; es decir, que tiene una esencia subjetiva, con respecto a un origen objetivo y se manifiesta en un contexto determinado. Cuando una persona asume conscientemente determinados valores, y actúa en consecuencia, es posible, a través de sus prácticas, rituales y lenguaje, identificar los valores que le sustentan.

En ese contexto, es prioritario reflexionar sobre los objetivos que se establecen en las distintas esferas de la cada persona como integrante de la familia. A continuación es conveniente determinar las fortalezas o competencias personales y de la familia (conocimientos, habilidades y destrezas sustentadas en principios de vida) y zonas de trabajo interno; así como las oportunidades y situaciones de atención especial en el contexto. Todo esto se corresponde con el análisis estratégico de la situación familiar.

De igual forma, es importante reflexionar sobre qué factores indicarán el avance hacia el bienestar deseado, pues servirán de elemento de contraste para valorar el acercamiento o no a la visión. Asimismo, hay que considerar la viabilidad del plan: ¿es posible y pertinente?, ¿la familia cuenta con los recursos internos (intelectuales, psicológicos y afectivos) y materiales necesarios para su consecución?, ¿hay posibilidades reales de tomar las decisiones que involucra el plan? 

El tiempo que se dedique al diseño del plan es una inversión que redundará en tener mayor claridad de lo que se quiere, cómo se puede lograr y dentro de qué parámetros se sitúan las acciones; esto contribuye muy especialmente con la toma de decisiones oportunas y acertadas ante responsabilidades y demandas del contexto, con el fin de asumir compromisos sólo cuando contribuyen al logro de los propósitos de la vida personal y familiar.

Otro aspecto clave es que ese plan requiere de inspiración y creatividad, pues no se trata de colocar todo en el papel desde el hemisferio izquierdo, sino que a su vez se deje fluir las cualidades holísticas del hemisferio derecho. Para ello se requerirá no solo de imaginación y capacidad de visualización, sino de experimentar la sensación de una mente calmada y alerta, capaz de divertirse y observar lo que surge en la pantalla consciente sin juicios. Por esto, es aconsejable realizar el diseño del Plan Estratégico Familiar en un ambiente lúdico, pues no se trata de cumplir con una tarea, sino de permitir que las visiones, misiones y valores compartidos fortalezcan la relación entre los miembros y con el entorno.

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